Voces de Chernóbil es el resultado de más de veinte años de trabajo de la periodista bielorrusa Svetlana Aleksievich. Entrevistó a residentes, científicos, soldados, psicólogos, políticos, familiares de los fallecidos, bomberos, médicos, físicos, liquidadores. Reúne cuarenta monólogos de la tragedia luego de haber consultado con más de quinientas personas, todos del lado Bielorruso, uno de los países más afectados.

La mayor catástrofe de la historia, se puede decir además que es un desastre del tiempo, y es lo que recoge el libro, no solo lo ocurrido y sus consecuencias inmediatas sino las perspectivas de futuro: “Los radionúclidos diseminados por la tierra vivirán cincuenta, cien, doscientos mil años”.
El 26 de abril de 1986 se produjo el accidente en la Central Eléctrica Atómica de Chernóbil, mientras se realizaban pruebas de seguridad. La explosión destruyó el reactor número cuatro, y el techo de dos mil toneladas de acero que lo cubría estalló. Como consecuencia se propagó al ambiente ocho toneladas de combustible altamente radiactivo.

Las cifras en Voces de Chernóbil
La catástrofe contaminó el 23 por ciento del territorio Bielorruso, acabó con 485 aldeas, 70 de ellas enterradas para siempre. Uno de cada cinco bielorrusos vive en territorio contaminado, más de dos millones de personas. Siete de cada diez se encuentran enfermas. La mortalidad supera a la natalidad en un 20 por ciento. Constituyó uno de los mayores desastres medioambientales de la historia.
De los 800 mil soldados que envió la Unión Soviética al lugar de la catástrofe (encargados de minimizar las consecuencias del desastre) más de 100 mil eran de Bielorrusia. Ellos también sufrieron las consecuencias de la radiación. Los bomberos con poca protección intentaban contener el fuego. Los liquidadores subían al techo del reactor para limpiar los escombros. Pilotos de helicópteros lanzaban planchas de plomo para que el fuego no se extendiera. Mineros abrieron un túnel para llegar hasta el reactor. Muchos de estos trabajadores murieron a los días o con los años, por la exposición directa a la radiación.
Svetlana Alexievich vida y reconocimientos

El libro Voces de Chernóbil fue publicado en el año 1997, luego de diez años de trabajo, y posteriormente en 2006 se agregarían entrevistas inéditas. Ha sido traducido a más de 20 idiomas, pero en su país estuvo prohibido por muchos años, logrando entrar solo de forma ilegal. Por las fuertes denuncias que contienen sus libros, Alexievich mantiene una tensa relación con el gobierno. Aun así decidió regresar a vivir a Bielorrusia para estar más cerca de su familia y de la gente de la cual escribe.
Svetlana Alexievich quien es conocida por la Novela Documental o Novela periodística, nació en 1948 en Stanislav, Ucrania, pero creció en Bielorrusia, de donde era su padre. Es hija de maestros, y estudio periodismo en la Universidad Estatal de Minsk. Trabajó como reportera, para una revista, y escribiendo ensayos y cuentos. Para costear una grabadora de voz para poder hacer las entrevistas aceptó prestamos de amigos. El aparato le costaba tres meses de su sueldo.
En el año 2015 la Academia Sueca le otorgó a Svetlana Alexievich el Premio Nobel de Literatura, entregado por primera vez a una escritora de no ficción. Así mismo en reconocimiento a su poder narrativo, Alexievich recibió en el año 2006 en Estados Unidos, el premio del Círculo de Críticos Nacional (National Book Critics Circle Award), al mejor libro generalista de no ficción. Ha recibo también, el premio Herder de Austria, el premio de la Paz del Comercio Librero Alemán y el premio Médicis de Ensayo de Francia, entre otros.
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El proceso de escritura

El sistema para crear Voces de Chernóbil fue lento, años de conversaciones, investigación y viajes a las zonas afectadas y a los lugares de reubicación. Luego transcribió cada entrevista para tener una base en su labor como escritora. No todas las entrevistas se reflejaron en el libro, pero sí en la esencia de este. Los sentimientos de las personas involucradas emergen en cada línea. Svetlana Alexievich supo escuchar cada historia sin prejuicios, se inspiró en la cotidianidad, en la vida de gente común que vivió hechos extraordinarios y cómo se adaptaron a la nueva realidad. La escritora narra cada historia sin interferir, sin lanzar opiniones ni expresar conclusiones. Únicamente hilvanando todas las crónicas para que cada entrevistado tenga su propia voz pero que a la vez forme parte del todo del libro.
El silencio, la tragedia y las voces
En Voces de Chernóbil se describe también el silencio que reinó después de la tragedia. Y cómo la falta de recomendaciones médicas oportunas, pudieron generar más muertes y enfermedades. Las autoridades intentaron contener la catástrofe, conteniendo también la información sin pensar en todas las vidas que estaban en riesgo. Justificaron el secretismo diciendo que no querían llamar al pánico. Y por esa razón se censuró, prohibiendo grabar la tragedia, solo se reflejaba el heroísmo sin exponer las consecuencias, ni los testimonios reales.

Para el resto del mundo fue una tragedia. Pero a la distancia. Y a través del libro Las Voces de Chernóbil, la autora logra transmitir esas voces que intentaron silenciar. Las voces de las mujeres que cuidaban a sus maridos muriéndose, los que fueron evacuados, y los que decidieron quedarse. Las memorias de las madres que vieron enfermar a sus hijos, los que vieron el caos. Los que vieron la aparente calma producida por la desinformación, los rechazados, las voces de aquellos que vieron morir a los suyos y los que vieron nacer una nueva generación con problemas genéticos, generados por la exposición a la radioactividad. Algunos nombres dados en el libro son ficticios, para proteger sus vidas.